Para estar con Dios, como Él quiere y se merece, debemos alejarnos de lo que nos estorba y santificarnos, es decir separarnos y limpiarnos para poder estar en su presencia. Ex. 3:1-5; 3:12b, 4:22-23a. Jos. 3:5; 5:15. 1R. 11:1-2. Mt. 6:1-6. Mr. 6:46. Lc. 6:12. 1Co. 5:10. 2Co. 6:17. Fil. 2:15. He. 10:25.
Y por esto, también debemos ser como niños, estando alejados para Dios y dispuestos a aprender de Él. Ya que si no estamos en plena disposición, Él nos esconderá las cosas y no nos la revelará. Mt. 11:25.
Debemos cargar su yugo, fácil de llevar, y trabajar sólo para Él. Mt. 11:28-30.
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